Are social democracies better for health than right-wing dictatorships?
ANN ARBOR, July 2010: A University of Michigan study finds that longevity increased faster under right-wing governments in Southern Europe than under social democracies in the Nordic countries.
The study, published online in the peer-reviewed journal Social Science & Medicine, examined changes in longevity patterns in eight European countries from 1950 to 2000. The countries studied were: Iceland, Norway, Sweden, Denmark, Finland, Greece, Portugal, and Spain.
The five Nordic countries were among the richest market economies in Europe during the period studied, governed mostly by center or center-left coalitions including social democratic parties, and offering generous, universal health and welfare benefits to their citizens.
In contrast, the three southern European nations studied were among the poorest in Europe, with fragmented systems of welfare
provision and many years of military or authoritarian right-wing rule.
“In spite of the socioeconomic and political differences, and a large gap in 1950 between the five Nordic and three southern nations in
levels of health, by 2000 life expectancy at birth converged,” said José A. Tapia Granados, a researcher at the U-M Institute of Social Research (ISR) and the author of the study.
“Gains in longevity in Portugal and Spain were almost three times greater than gains in Denmark, and about twice as great as those in Iceland, Norway, and Sweden.
“These findings raise serious doubts about the belief that the type of political regime and the level of health care spending exert major influences on population health.”
Identifying the causes of short- or long-term effects on population health is not an easy task, Tapia Granados points out. A number of possible factors could be responsible for the longevity gains in Spain, Greece, and Portugal during the 50-year period studied. These include better hygienic practices, advances in education, generalized
use of vaccines and antibiotics, improvements in sanitary infrastructures and enhancement of caloric intake. But since the Nordic countries were better off in all these factors, Tapia Granados notes, they cannot explain the faster advance in the Southern countries.
A biological limit to human longevity could explain the convergence. However most demographers believe there is no such limit, says Tapia Granados. Furthermore, data show that in Denmark, for instance, mortality of the elderly in recent years is significantly higher than in the other countries in the sample.
The article suggests some factors that may explain why the five Nordic countries experience slower gains in life expectancy. For instance, during the 1950s-1960s, tobacco consumption was in Denmark three or four times larger than in Spain and Portugal. Also, the Mediterranean diet of low-calorie high-vegetable content prevalent in the Southern countries is another factor that is known to promote health.
“It could be also that working conditions in the Nordic countries are more stressful, since labor markets there are more flexible,” says Tapia Granados. “That means workers are fired more frequently, which tends to be associated with worse health. A reduced level of social support due to smaller family sizes in the Nordic countries could be also a factor promoting health in the Southern countries, where families were larger.
“Regardless of whether the true causal factors can be reliably identified, the complexity of the determinants of mortality trends suggest that recent claims regarding the influence of political parties or party politics on health outcomes are likely to be
overstated,” Tapia Granados concludes.
“This does not negate the impact of social or economic policy on population health, but rather warns against simplistic or partisan explanations that attribute causality to particular political regimes or parties in power.
“There are many good reasons to reject authoritarian regimes and support equalitarian policies, but the impact of these regimes on population health does not appear to be a compelling one.”
Related links: Online article “Politics and health in eight European countries: A comparative study of mortality decline under social democracies and right-wing governments,” Social Science and Medicine, http://dx.doi.org/10.1016/ j.socscimed.2010.05.014
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¿Son las socialdemocracias mejores para la salud que las dictaduras derechistas?
ANN ARBOR, Michigan.— Un estudio de la Universidad de Michigan ha determinado que la longevidad aumentó con más rapidez bajo los gobiernos derechistas del sur de Europa que bajo las socialdemocracias en los países nórdicos.
El estudio, que se publica en la revista de revisión por pares Social Science & Medicine, examinó los cambios en los patrones de longevidad de ocho países europeos entre 1950 y 2000. Los países estudiados fueron Islandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Portugal y España.
Los cinco países nórdicos se contaron entre las economías de mercado más ricas en Europa durante el período estudiado, gobernadas mayormente por coaliciones de centro o centro-izquierda incluidos partidos socialdemócratas, y que ofrecían generosos beneficios de salud y asistencia social a todos sus ciudadanos. Por contraste, los tres países europeos del sur estudiados se contaban entre los más pobres de Europa, con sistemas de previsión social fragmentados y muchos años de gobierno militar o autoritario.
“A pesar de las diferencias socioeconómicas y políticas y una brecha muy ancha en 1950 entre los cinco países nórdicos y los tres sureños en los niveles de salud, hacia 1970 la expectativa de vida al nacer había convertido”, dijo José A. Tapia Granados, investigador del Instituto de Investigación Social (ISR por su sigla en inglés) de la UM, y autor del estudio.
“Los avances en longevidad en Portugal y en España fueron casi tres veces más grandes que los de Dinamarca, y casi el doble de los de Islandia, Noruega y Suecia”, añadió. “Estas conclusiones plantean serias dudas acerca de la creencia de que el tipo de régimen político y el nivel de gastos en la asistencia de la salud ejercen influencias mayores en la salud de la población”.
Identificar las causas de los efectos a corto o largo plazo sobre la salud de la población no es una tarea fácil, indicó Tapia. Numerosos factores pueden ser responsables por los avances en longevidad en España Grecia y Portugal durante los cincuenta años del período estudiado. Estos incluyen mejores prácticas de higiene, avances en la educación, el uso generalizado de las vacunas y los antibióticos, mejoras en las infraestructuras sanitarias y aumento de la ingesta calórica. Pero dado que los tres países nórdicos ya estaban mejor en todos esos factores, apunta tapia, esos factores no explican el avance más rápido en los países del sur.
Un límite biológico a la longevidad humana podría explicar la convergencia. Sin embargo la mayoría de los demógrafos no cree que haya tal límite, dijo Tapia. Además, los datos muestran que en Dinamarca, por ejemplo, la mortalidad de los ancianos en años recientes es significativamente más alta que en los otros países incorporados en el estudio.
El artículo sugiere algunos factores que podrían explicar por qué los cinco países nórdicos experimentan avances más lentos en la expectativa de vida. Por ejemplo, durante los años 1950 y 1960 el consumo de tabaco era en Dinamarca tres o cuatro veces mayor que en España y Portugal. Asimismo, la dieta mediterránea con bajo contenido de calorías y alto contenido de vegetales, prevaleciente en los países del sur, es otro factor que se sabe que promueve la buena salud.
“También podría ser porque las condiciones de trabajo en los países nórdicos son más estresantes dado que los mercados laborales allí son más flexibles”, dijo Tapia. “Esto significa que los trabajadores pueden ser despedidos más a menudo, lo cual tiende a asociarse con peores condiciones de salud. Un nivel reducido de apoyo social debido al tamaño más pequeño de las familias nórdicas también podría ser un factor que promueve la salud en los países del sur, donde las familias son más extensas”.
“Independientemente de si pueden identificarse, con certeza, los verdaderos factores causales, la complejidad de los determinantes en las tendencias de mortalidad sugieren que las afirmaciones recientes acerca de la influencia de los partidos políticos, o de la política partidista, en los resultados de la salud probablemente sean exageradas”, concluyó Tapia. “Esto no niega el impacto de la política social o económica sobre la salud de la población, sino que más bien advierte contra las explicaciones simplistas o partidistas que atribuyen causalidad a regímenes políticos particulares o a los partidos en el poder”.
“Hay muchas buenas razones para rechazar los regímenes autoritarios y para apoyar las políticas igualitarias, pero el impacto de estos regímenes sobre la salud de la población no parece ser una razón convincente”, añadió.
Enlaces relacionados: artículo en internet “Politics and health in eight European
countries: A comparative study of mortality decline under social
democracies and right-wing governments,” Social Science and Medicine,
http://dx.doi.org/10.1016/
j.socscimed.2010.05.014
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