SS. Peter and Paul welcomes Padre Juan Molina
By Kristina Soric, La Prensa Correspondent
Attendees of SS. Peter and Paul Church’s noon Mass on Sunday, July 26, 2009, joined in celebration of the most recent steps taken towards the Church’s future. The Mass commemorated the installation of the parish’s new pastor, Father Juan Francisco Molina, and assistant priest Father James Sanford, followed by a luncheon to further celebrate the occasion.
Fr. Molina has been working at SS. Peter and Paul since the first of July, but Sunday marked his official arrival as the Church’s pastor. Because of its prominent Mexican membership, the church offers Mass in Spanish at noon each Sunday, making it all the more fitting for Fr. Molina, a native of the San Vicente municipality of El Salvador.
Fr. Molina began working as a missionary social pastor in El Salvador in 1990, integrating various groups such as at-risk youths and rural laborers into the church through direct social interaction.
Although his missionary efforts took him to Washington D.C. for two years, Fr. Molina thought he would only be in the United States temporarily. In 1998, however, Fr. Molina’s work led him once again to the U.S: this time to Newark, New Jersey with Renew International, a Catholic ministry organization.
Over the next six years, Fr. Molina touched countless communities across the country, including Salt Lake City, Utah and San Antonio, Texas, before he was invited by the Toledo Diocese to work as the Director of its Office of Hispanic Ministry.
Along with working for the ministry in Toledo, Fr. Molina also spent weekends conducting Mass in many neighboring communities in need of pastoral support, including: Fayette, Montpellier, Findlay, Upper Sandusky, Norwalk, Napoleon, Defiance, and Leipsic, among others.
Fr. Molina has found his new parish to be a warm and inviting one. “I’ve had a very pleasant experience,” the pastor said. “It’s a hospitable and friendly community, and I feel very welcome. I’m not Mexican, but the parish is very tight-knit. I feel loved—and I love our parish.”
He is also happy to be able to join the church in good company. “I’ve been lucky to work with Fr. Jim Sanford,” said Fr. Molina. “He has an especially good sense of humor which isn’t too common, and it makes him approachable to the people. Like me, he doesn’t keep away from the community.”
This very closeness is what Fr. Molina hopes to use to the advantage of SS. Peter and Paul Church. Despite his clear admiration and respect for the church and its parishioners, Father Molina certainly is not suggesting that there is no room for improvement.
“The church is not full,” he said. “Of the thousands of people from Central and South America living in Toledo, we’re only seeing five-hundred. Something is wrong.”
His objective as pastor is first and foremost to bring more members into the SS. Peter and Paul family. To attain such a goal, according to Fr. Molina, the church needs to take into consideration the background of the people it is seeking and offer support for the difficulties they face.
“A large number of the community is made of migrants who are struggling to adapt. We want to offer them something similar to what they had in their countries: a close-knit church that witnesses the lives of its people, who feel practically abandoned as they battle through the process of adapting. Here we integrate the good things from both cultures and accompany them in this process.
“The difficulties of the church are really those [difficulties] that our people face,” Fr. Molina continues. “This is why we can’t be afraid to walk with our people. I ask that God grant me the ability to do so, because the Church must first go to the people so the people will come to the Church.”
Aside from his overwhelming desire to help others, Fr. Molina recognizes the value of his followers to his own growth and knowledge. One Sunday afternoon, he was speaking with a parishioner after Mass. Placing a hand on his arm, the woman asked that God give her priests illumination, patience, a heart large enough to love their parishioners, and wisdom.
The pastor responded in a manner that reflects his modesty and high regard for his community; “I told her that although I can say I have received illumination, patience, and a love for my people, I cannot claim to be wise. The truth is that any wisdom I do possess, my people have given me. It is the community that illuminates its pastor.”


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SS. Peter y Paul acoge al Nuevo Pastor P.Molina
By Kristina Soric de La Prensa
El día 26 de julio del 2009, ellos en asistencia de la misa de mediodía en SS. Peter y Paul celebraron un nuevo paso en la dirección del porvenir de la iglesia. La misa conmemoró la instalación del nuevo pastor, Padre Juan Francisco Molina y su sacerdote asistente Padre James Sanford. Después de la misa, la iglesia invitó a la comunidad a un almuerzo en honor de la ocasión.
P. Molina empezó su trabajo en la iglesia el primero de Julio, pero domingo marcó su llegada oficial como pastor. Ya que la iglesia ofrece una misa en español a mediodía cada domingo a causa de su prominente afiliación Mexicana, SS. Peter y Paul es un lugar aun mas apropiado para P. Molina, nativo del Municipio de San Vicente de El Salvador.
P. Molina comenzó a trabajar como misionario y pastor social en El Salvador en 1990, con el objetivo de integrar a campesinos y jóvenes en conflicto en la iglesia a través de la interacción social.
Aunque sus esfuerzos misionarios lo llevaron a Washington D.C. por dos años, P. Molina pensó que su estancia en los Estados Unidos sería temporaria y volvió a El Salvador con intenciones de quedarse. Sin embargo, en 1998, el trabajo de P. Molina lo dirigió a America del Norte de nuevo: esta vez a Newark, New Jersey con Renew International, una organización de ministerio católico.
Durante los seis años que siguieron, P. Molina influyó en numerosas comunidades en todo el país, como Salt Lake City, Utah y San Antonio, Tejas, hasta que estuvo invitado por el Diócesis de Toledo a trabajar como director de la Oficina de Ministerio Hispánico en 2004.
Aparte del trabajo ministerio en Toledo, P. Molina también pasó los fines de semana celebrando la misa en muchas comunidades vecinas donde hizo falta el apoyo pastoral, incluso Fayette, Montpellier, Findlay, Upper Sandusky, Norwalk, Napoleon, Defiance, y Leipsic, entre otros.
En SS. Peter y Paul, P. Molina se ha encontrado con una parroquia amable y sincera. “He tenido una experiencia muy bonita”, dijo el pastor. “La comunidad es hospitalaria y acogedora, y me siento muy bienvenido. No soy Mexicano, pero el pueblo es muy hermano, y me siento querido—y yo quiero mucho a nuestro pueblo”.
P. Molina también agradece la oportunidad de entrar en la iglesia en buena compañía. “He tenido mucha suerte de trabajar con P. Jim Sanford,” dijo. “Tiene un buen sentido de humor muy especial, que no es muy común y lo hace accesible a la gente. Tanto el como yo, no mantenemos distancia de la comunidad”.
Esta misma proximidad es lo que P. Molina quiere utilizar a la ventaja de SS. Peter y Paul. A pesar de que su admiración y respeto por la iglesia y sus feligreses es evidente, P. Molina no sugiere desde luego que no existe un margen de mejora.
“La iglesia no está llena”, dijo. “De los miles de personas de Sudamérica y Centroamérica en Toledo, recibimos sólo quinientos. Algo está pasando”.
El primer objetivo de P. Molina es de atraer a más gente a la familia de SS. Peter y Paul. Para conseguir tal meta, según P. Molina, la iglesia tiene que considerar los antecedentes de la gente a las que están buscando y ofrecerles apoyo para las dificultades que afrentan.
“Una gran parte de la comunidad se compone de migrantes con dificultades de adaptarse. Queremos ofrecerles algo similar a lo que tuvieron en sus países: una iglesia cercana que ve la vida de su gente—gente que se siente prácticamente abandonada en la lucha y el proceso de adaptarse. Integramos aquí las bendiciones de ambas culturas y los acompañamos en este proceso.
“Las dificultades de la iglesia son [las dificultades] que enfrente el pueblo”, P. Molina continúa. “Por eso no podemos tener miedo de caminar con la gente. A Dios le pido que me dé el poder de caminar con la gente, porque la iglesia debe acercarse primero a la gente para que la gente se acerque a la iglesia”.
Aparte de su gran deseo de ayudar a otros, P. Molina reconoce el valor de su pueblo en su propio desarrollo y conocimiento. Un domingo por la tarde, hablaba con un parroquiano después de la misa. La mujer puso la mano en el brazo de P. Molina y le pidió a Dios que los curas recibieran la luz, la paciencia, un corazón grande capaz de amar al pueblo, y la sabiduría.
El pastor respondió de una manera que refleja su modestia y alta estima por su comunidad; “Le dije que, aunque puedo decir que he recibido la luz, la paciencia, y el amor por mi pueblo, no puedo pretender que soy sabio. La verdad es que si tengo algo de sabiduría, la recibió de la gente. La comunidad da la luz al pastor”.
A pesar de ser una respuesta honorable, la negación de P. Molina de su sabiduría simultáneamente muestra un profundo conocimiento que, combinado con una naturaleza sinceramente cariñosa, seguramente ayudará SS. Peter y Paul hacia la grandeza en un futuro próximo.
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