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One in 133 people suffer from celiac disease
ANN ARBOR, Feb. 2009: Dorothy Carpenter had stomach problems her entire life. Eating as much as a bite of bread or pasta could lead to terrible pain.

Her illness went undiagnosed for years until a University of Michigan Health System physician recognized it as celiac disease. By then her long-standing condition had become an intestinal mass, a cancer that forced doctors to remove part of her small intestine.

“I’ve been in this body 65 years and I know what’s normal for it and something’s radically wrong here,” Carpenter recalls telling William D. Chey, M.D., director of the Gastrointestinal Physiology Laboratory at the University of Michigan Health System. “He listened.”

Celiac disease, a condition characterized by severe, chronic inflammation of the small intestine, develops from exposure to a dietary protein called gluten. Gluten is most commonly found in grains including wheat, rye and barley.

Carpenter’s cancer, non-Hodgkin's lymphoma, developed as a result of her undiagnosed and untreated celiac disease, Chey told her.

Treatment involved removing 48 inches of her small intestine and a small mass, and undergoing chemotherapy. It’s been five years since she was diagnosed and treated and she feels great, says Carpenter, 70.

She has also had to change her lifestyle – maintaining a gluten-free diet.

“Living a gluten-free life, it’s what you make of it,” Carpenter says. “You have to make up your mind that these are things I have to do if I want to live.”

Since she was diagnosed, she’s noticed stores have gotten better about stocking gluten-free products and labeling foods properly. “It’s getting better all the time,” she says.

Awareness and proper diagnosis of celiac disease have improved dramatically in the last decade, says Chey.

“When I was a medical student many years ago, we were taught that celiac disease occurred or could be found in approximately one in 500 to 1,000 individuals within the United States,” he notes.

Data from within the last five years, however, show celiac disease is significantly more prevalent than previously thought. It can be identified in up to one in 133 individuals within the United States, Chey says.

People who suffer from celiac seem to have a genetic predisposition and the disease can remain latent or asymptomatic for a long time until it becomes unmasked or more clinically apparent through laboratory studies or symptoms, Chey says.

Diseases like diabetes mellitus, auto immune thyroiditis, premature bone loss, or iron deficiency anemia have all been associated with celiac disease, Chey adds.

“If you are affected by any of those conditions you should be tested,” Chey says.

Celiac can present itself in a variety of ways, such as abnormal laboratory values like low blood counts or abnormal thyroid function, malnutrition, weight loss or a life-threatening disease.


The more common way for it to present itself is with vague GI symptoms, such as bloating, excessive gas, loose stools, or abdominal cramping.


Symptoms can be similar to those of irritable bowel syndrome, and new IBS guidelines by the American College of Gastroenterology recommend that newly diagnosed IBS patients get screened for celiac disease.

Chey warns that individuals with very long–standing, untreated celiac disease have an increased risk for developing cancer, primarily of the GI tract but others as well.

Screening is done through a blood test. Therapy consists of instituting a restricted diet devoid of gluten, which tends to inflame the small intestine and lead to more serious problems.

“The key takeaway is that celiac is more common than previously thought, that there are tests available to diagnose the condition and that treatment is highly effective and relies upon a diet rather than drugs,” says Chey.

 

Una de cada 133 personas padece de enfermedad celiaca
ANN ARBOR: Dorothy Carpenter había padecido problemas estomacales toda su vida. Bastaba con que comiera un bocado de pan o de pasta para que tuviera dolores terribles.

Su enfermedad pasó sin diagnóstico durante años hasta que un médico del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan la reconoció como enfermedad celiaca. Para entonces su condición de larga data se había convertido en una masa intestinal, un cáncer que obligó a que los médicos extirparan parte de su intestino.

“He estado en este cuerpo durante 65 años y sé lo que es normal para él y cuándo hay algo muy mal", recuerda Carpenter que le dijo a William D. Chey, director del Laboratorio de Fisiología Gastrointestinal en el Sistema de Salud de la Universidad de Michigan. “Y él prestó atención”.

La enfermedad celiaca, una condición que se caracteriza por la inflamación grave y crónica del intestino delgado, se desarrolla por la exposición a una proteína en la dieta llamada gluten. El gluten se encuentra con más frecuencia en los granos incluido el trigo, el centeno y la cebada.

El cáncer de Carpenter, un linfoma que no era de Hodkins, se desarrolló como resultado de su enfermedad celiaca que pasó sin diagnóstico ni tratamiento, Chey le dijo.

El tratamiento involucró la extirpación de unos 120 centímetros de su intestino delgado y una pequeña masa, y la quimioterapia. Han pasado cinco años desde que Carpenter tuvo su diagnóstico y tratamiento, y se siente muy bien, según dijo ella a los 70 años de edad.

También tuvo que hacer un cambio en su estilo de vida: una dieta sin gluten.

"La vida sin gluten es lo que una quiere hacer de ella", dice Carpenter. "Una tiene que tomar la resolución de éstas son las cosas que debo hacer si quiero seguir viva".

Desde que tuvo su diagnóstico Carpenter ha notado que más y más almacenes ofrecen productos libres de gluten y que ha mejorado mucho el etiquetado de las comidas de manera apropiada.

"Sigue mejorando constantemente", indicó.

Chey dice que el conocimiento y el diagnóstico apropiado de la enfermedad celiaca han mejorado enormemente en la última década.

“Cuando yo era estudiante de medicina hace muchos años se nos enseñaba que la enfermedad celiaca ocurría o podía encontrarse en aproximadamente una en 500 ó 1.0000 personas dentro de Estados Unidos”, anota.

Los datos de los últimos cinco años, sin embargo, muestran que la enfermedad es significativamente más prevaleciente, y puede identificarse en esta una de cada 133 personas en Estados Unidos, dijo Chey.

Las personas que sufren celiaca parecen tener una predisposición genética y la enfermedad puede permanecer latente o asintomática por un período largo hasta que emerge o se detecta clínicamente mediante estudios de laboratorio o síntomas, señala Chey.

Las enfermedades como diabetes mielitus, la tiroiditis autoinmune, la pérdida prematura de hueso o la anemia con deficiencia de hierro han estado asociadas todas con la enfermedad celiaca, añade.

“Si una persona tiene alguna de estas condiciones debería hacerse las pruebas para la detección de la enfermedad celiaca", dijo Chey.

La celiaca puede presentarse en una variedad de formas tales como valores anormales en el laboratorio en la cuenta de sangre o una función tiroidea anormal, mala nutrición, pérdida de peso o una enfermedad que amenaza la vida.

La forma más común en la cual se presenta es como síntomas gastrointestinales vagos, tales como la hinchazón, gas excesivo, heces disgregadas o calambres abdominales.

Los síntomas pueden ser similares a los del síndrome de intestino irritable, y las nuevas recomendaciones sobre el SIB del Colegio de Gastroenterología de Estados Unidos indican que a todos los pacientes que se les diagnostique el SIB debe hacérseles el examen para la detección de la enfermedad celiaca.

Chey advierte que las personas con enfermedad celiaca de larga data y que no han tenido tratamiento corren un riesgo mayor de desarrollo de cáncer, principalmente del tracto gastrointestinal pero otros tipos de cáncer también.

El examen se hace mediante un análisis de sangre. La terapia constituye en una dieta restringida que evite el gluten, la proteína que inflama el intestino delgado y lleva a problemas más graves.

“La conclusión clave es que la enfermedad celiaca es más frecuente que lo que se pensaba, que hay exámenes disponibles para el diagnóstico de la condición y que el tratamiento es muy eficaz y consiste más en una dieta que en medicamentos”, dice Chey.


 

  
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