Ciudad devastada en Perú trata de sobrevivir
Por JEANNETH VALDIVIESO
PISCO, Perú (AP): Miles de damnificados por el terremoto que devastó esta ciudad del sureste peruano se mantenían el domingo a la intemperie, en medio del frío, entre el polvo de escombros y frente a amenazas de enfermedades.
Niños, padres de familia, y ancianos que sobrevivieron al terremoto del miércoles que acabó con esta ciudad, y que cobró la vida de 540 personas y 1.500 heridos en el sureste del país, salieron a las calles a seguir recibiendo agua y comestibles que eran entregados por militares en las plazas y calles que aún lucían cubiertas de escombros.
Poco a poco eran removidas las montañas de adobe y paja de lo que fueron cientos de casas que se derrumbaron, y que aún yacían en el suelo luego del sismo, que dejó 80.000 damnificados en la zona.
La presencia militar era más evidente, y decenas de efectivos patrullaban la ciudad armados con fusiles, en el refuerzo de seguridad ordenado por el presidente Alan García la víspera para evitar que se sigan produciendo saqueos, y desorden en la entrega de la ayuda, que también consistía en carpas, colchones, alimentos, y medicinas, que aún eran insuficientes.
``Hemos recuperado la calma de la comunidad'', dijo el director de operaciones especiales de la policía, Juan Alvarez. ``Se han reprimido los intentos o amenazas de pillaje'', agregó.
Aunque unas 600 toneladas de ayuda habían llegado de dentro y fuera del país en un puente aéreo permanente desde el jueves, miles dormían aún entre las ruinas de las casas o en carpas hechas por los propios sobrevivientes, con maderas tomadas de los propios restos, y bolsas plásticas, y muchos se seguían quejando de la falta de socorro.
Muchos se quejaban de presentar enfermedades respiratorias por respirar constantemente el polvo que se levantaba con el viento y por la remoción de escombros en esta localidad ubicada en el desierto, frente al mar.
Otros soportaban dolores por los golpes sufridos por la caída de paredes, postrados en colchones, en medio de los esfuerzos que grupos de médicos hacían por llegar a todas las barriadas, algunas de las cuales aún mantenían barricadas para evitar posibles saqueos.
Según García, 23.000 personas llegaron a 13 refugios instalados en el perímetro de la ciudad, en lugares descampados, bajo carpas de lona, donde colocaban las pocas pertenencias que les quedaban.
Según la Defensa Civil, el 85% de las casas de esta ciudad fueron destruidas, y el resto se encontraba seriamente afectado con grietas.
Equipos de rescate españoles, británicos y estadounidenses, entre otros, inspeccionaron durante la noche del sábado y la madrugada del domingo, cuadras enteras de barrios en ruinas, buscando sobrevivientes y más cadáveres, con la ayuda de perros.
Aunque los esfuerzos se mantenían por buscar gente con vida bajo los escombros, las esperanzas para seguir encontrando sobrevivientes se desvanecía.
En medio de este panorama, el presidente Alvaro Uribe, acompañado de su canciller Fernando Araujo y del ministro de Protección Social, Diego Palacio, llegaron el domingo a esta ciudad en una visita de solidaridad.
``Nos ponemos a disposición del pueblo peruano en esta hora de tanto dolor. Esta ha sido una tragedia muy grande, pero ustedes la van a superar, con la fortaleza moral que tiene el pueblo de Perú'', dijo Uribe a la prensa tras su arribo a esta ciudad.
Añadió que un equipo de técnicos y funcionarios vinculados a enfrentar desastres en su país, permanecerá en la zona de desastre de Perú para asesorar y ayudar a los grupos de rescate multinacional que están allí.
``Lo que sentimos es solidaridad, afecto, y hermandad, los momentos de unidad son estos momentos, pido unidad a las familias para salir adelante'', agregó poco antes de realizar un recorrido junto a García por la ciudad.
El mandatario colombiano se mostró consternado al ver las ruinas de la iglesia de San Clemente, donde más de 200 personas murieron cuando les cayó encima el techo y las paredes mientras acudían a una misa cuando se produjo el terremoto.
García dijo que ``lo urgente, en estos dos días, ha culminado dentro de la emergencia, que era enterrar los muertos, rescatar los restos y transferir a 480 heridos'' a hospitales de Lima.
``Hemos entrado en la segunda fase del trabajo, que es mantener el orden'', añadió, al indicar que 1.200 militares y otros cientos de policías han reforzado la seguridad en Pisco, donde las denuncias de saqueos eran masivas, aunque el sábado hasta el mandatario desestimó que se hayan producido más desmanes.
Agregó que instituciones del gobierno entregarán un bono a los damnificados para ayudarles a edificar nuevos hogares, de cemento, y no de adobe.
Los periodistas de AP en Lima, Monte Hayes, Leslie Josephs, y Edison López, colaboraron con este reporte.
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